Historia y más
Explora el pasado, la geografía y el entorno natural de este encantador pueblo.
Historia
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La historia de Navalosa está ligada a los procesos de repoblación medieval que transformaron gran parte de Castilla y León bajo el mandato de los reyes de León y Castilla. Las primeras referencias documentadas sobre la creación de poblaciones en la zona indican que el rey Alfonso X "el Sabio" ordenó en 1275 la repoblación de Navalosa y otros lugares, otorgando heredamientos a vecinos de Burgohondo para poblar la región. Esta medida fue parte de una estrategia más amplia promovida por el monarca, quien también encargó la repoblación de Ávila y otras plazas entre los siglos XI y XII, trayendo gentes procedentes de diversas regiones como León, Burgos, Cantabria y Galicia para crear una sociedad nueva y multiétnica. El topónimo mismo, "Navalosa", deriva de la palabra "nava", que significa una llanura de pastizal o pradera situada entre montañas, lo cual define perfectamente su geografía, ubicada en la vertiente norte de la Sierra de Gredos y junto al río Alberche. Sin embargo, existen evidencias aún más antiguas de asentamiento humano en la zona. El Libro de la Montería del rey Alfonso XI, escrito en la primera mitad del siglo XIV, ya menciona explícitamente la Dehesa de Navalosa, señalando que la zona era utilizada como terreno de caza real y, por tanto, debía ser una zona habitada y conocida desde mucho antes de la repoblación formal.
El desarrollo inicial del pueblo estuvo fuertemente influenciado por su entorno natural y económico. Según el Catastro de Ensenada del siglo XVIII, Navalosa ya contaba con una estructura económica bien definida, basada principalmente en la agricultura y la ganadería. La economía local se nutría de la producción bovina, ovina y caprina, así como de la agricultura de subsistencia de cereales como el centeno, las patatas, las berzas y el lino, este último siendo la base de una industria textil local que hoy ha desaparecido. El paisaje rural estaba configurado por corrales de piedra, chozas de piedra usadas como refugios (chozos) y almiares, además de muros de piedra seca que delimitaban los terrenos. La infraestructura productiva incluía cinco ruedas de molino en el río Alberche, lo que subraya la importancia de la hidráulica en la economía local. La población, según el censo del Ensenada, se componía mayoritariamente de labradores y jornaleros, con oficios secundarios como tabernero, carnicero, herrero y sastre, lo que indica una comunidad autónoma y centrada en el trabajo del campo.
En el plano administrativo, Navalosa estuvo vinculada durante mucho tiempo al Concejo y Abadía del Burgo, una entidad judicial y fiscal de enorme poder en la región, hasta que adquirió su independencia administrativa en 1809. Esta fecha es crucial, ya que sitúa el desarrollo político del municipio en el período de la Guerra de Independencia y las reformas napoleónicas. La figura del caballero Gil Blázquez, mencionado en 1350, sugiere una posible reedificación o consolidación de la villa en esa época, aunque la creación original se remonta a la repoblación del siglo XIII. La pertenencia a la Mancomunidad Alberche junto a otros municipios como Navalacruz, Cebreros o Navalmoral de la Sierra, confirma la interacción y cooperación entre estas localidades en función de sus recursos compartidos, como el río Alberche.
La demografía de Navalosa refleja la tendencia general de la provincia de Ávila hacia el fenómeno del "vaciamiento" rural. Los datos disponibles, aunque a veces divergentes debido a las distintas fechas de recopilación, pintan un cuadro de una población en declive constante. En 1849, el Diccionario de Pascual Madoz registraba 515 habitantes. Un siglo después, en 1900, la cifra se había reducido a 427. Posteriormente, los datos muestran una continua disminución: 360 habitantes en un documento sin fecha específica, 324 en el padrón municipal de 2024, 323 en otro registro de 2025, y 322 en otra referencia de 2024. Otros documentos citan cifras de 427 o incluso 260. Esta volatilidad puede deberse a diferencias metodológicas o a fluctuaciones anuales. Lo que no deja lugar a dudas es la trayectoria descendente, situando a Navalosa en línea con el 78% de los municipios de la provincia de Ávila que tienen una población comprendida entre 101 y 250 habitantes, uno de los tramos de menor densidad de toda España. Este proceso demográfico tiene profundas implicaciones para la vida social y la viabilidad de tradiciones locales como los Cucurrumachos, que dependen de la participación activa de la comunidad.
Ubicación
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Navalosa es un pequeño municipio enclavado en el Valle del Alto Alberche, en la provincia de Ávila, Castilla y León. Su entorno natural privilegiado, junto con su patrimonio arquitectónico y tradiciones singulares, lo convierten en un enclave de interés cultural, turístico y medioambiental.
Provincia: Ávila
Comarca: Valle del Alto Alberche y Tierra de Pinares
Altitud: 1.303 m sobre el nivel del mar
Superficie: 30 km²
Límites:
- Norte: Navaquesera.
- Sur: Serranillos y San Esteban del Valle.
- Este: Navatalgordo, Villanueva de Ávila y Navarrevisca.
- Oeste: Hoyocasero.
Distancia a Madrid: 139 km
Población (INE 2023): 323 habitantes
Entorno
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Navalosa se encuentra situado a 17,1 Km de Gredos, a 9.3 Km del Puerto de Menga, a 11,9 Km del Puerto del Pico, a 7,2 Km de la Sierra Colmenar. Caracterizándose por un paisaje montañoso y granítico, rodeado de pinares, sotos y vegetación ribereña del río Alberche. Lo que hace que goce de un clima duro, calor durante el día descendiendo ostensiblemente durante la noche, lo que nos permite realizar un turismo de relax, natural y ecológico de altura.
Es un lugar ideal para practicar senderismo, rutas en bicicleta o simplemente disfrutar de la tranquilidad rural.
Forma parte del itinerario GR-10.3, que une Cebreros con Navalosa. Existen rutas locales como la del Mirador del Campanario y recorridos por Los Corrales.
El Río
Conoce el curso del río Alberche a su paso por Navalosa.
Río Alberche
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El Alberche nace a 1.700 metros de altitud, en San Martín de la Vega del Alberche (Avila), atraviesa los términos de Garganta del Villar y de Navadijos, para después adentrarse en el de Cepeda la Mora, donde comienza a encajonarse. Tras pasar por Navalsáuz, se encamina hacia el puerto del Pico, donde se quiebra hacia la izquierda. Se dirige posteriormente a hacia el territorio de Navalosa. Atraviesa esta jurisdicción de Oeste a Este y en los aproximadamente 8 Km. Navaloseños de río, éste desciende 300 metros, de los 1.220 metros de su punto de entrada a los 900 metros cuando abandona el término.
Patrimonio
Descubre los monumentos y lugares históricos de Navalosa.
Iglesia Santa María de la Blanca
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La Iglesia de Santa María de la Blanca, del siglo XV, fue restaurada en profundidad porque estaba en peligro de derrumbarse. De 1965 es la puerta adintelada del Mediodía. Del antiguo templo se conserva el hastial de la espadaña y la espadaña misma, con dos vanos para las campanas y uno más para el campanil. A los pies, una puerta de medio punto, dovelada, reproduce el modelo renacentista de las obras que impulsa en el siglo XVI don Juan Dávila, abad de Burgohondo y de Alcalá la Real.
Ermita Navalvao
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Es una ermita muy pequeña, de forma cúbica, con un pórtico situado a los pies, dos sencillas ventanas adinteladas, un ábside semicircular y dos figuras en piedra de rostros humanos apenas esbozados, enclavadas en los muros a Poniente y Mediodía.
Llama la atención por su sencillez y primitivismo tanto en el exterior como en el interior. Se venera en ella la imagen de San Felipe. Se celebra la fiesta el día 1 de mayo. La víspera, las mayordomas llevan la imagen del santo.
El día de la fiesta hacen romería los pueblos de Serranillos y Navalosa que pasan el día en el entorno de la ermita y, aparte de rezar al santo, comen, bailan y cantan y, en otros tiempos, jugaban a "rodar" en parejas por los prados.
Se accede a ella desde el río Alberche. Se cruza el cauce de éste por un puente de reciente construcción o por los trancos, grandes piedras hincadas de forma conveniente en el lecho del río y dispuestas para facilitar el paso.
Ermita San Antonio
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Situada a las afueras del Pueblo junto al antigüo cementerio.
Cucurrumachos
La fiesta que da identidad a Navalosa, declarada de Interés Turístico Regional.
Orígenes
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La fiesta de los Cucurrumachos es el pilar central de la identidad cultural y el principal motor del interés turístico de Navalosa. Se celebra cada Domingo Gordo de Carnaval, una fecha que varía según el calendario litúrgico católico, y convierte al pequeño pueblo en un foco de atención regional y nacional. La fiesta fue declarada de Interés Turístico Regional por la Junta de Castilla y León, una distinción que reconoce su valor cultural, su arraigo en las costumbres locales y su capacidad para generar actividades complementarias que atraen visitantes. Además, el propio Consejo Autonómico de Turismo la considera Bien Cultural. Esta declaración institucional es el resultado de un intenso trabajo de documentación y conservación de la tradición por parte de la Asociación de Vecinos y Amigos de Navalosa y de la propia corporación municipal, liderada por el alcalde. La fiesta ha sido objeto de un procedimiento de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial desde abril de 2021, lo que supone un reconocimiento aún más alto de su valor patrimonial.
Los orígenes de la fiesta son profundamente ancestrales y polifónicos, lo que genera diversas interpretaciones sobre su significado primigenio. La teoría más extendida y documentada apunta a un origen pre-cristiano, posiblemente celta o vetón. Los Vettones fueron uno de los primeros pueblos en habitar el territorio abulense hace miles de años, y muchas de las tradiciones de la región guardan relación con sus rituales. Se postula que la fiesta podría tener raíces en rituales precristianos relacionados con la fertilidad de la tierra y la expulsión de males y espíritus malignos al final del invierno para dar paso a la primavera. Otros analistas ven vínculos con festividades gallegas festas do entroido, con ritos ganaderos de exaltación y purificación, o con el ciclo agrícola. La prohibición de la fiesta durante la dictadura franquista, por altercados y profanación de la iglesia, es una prueba más de su antigüedad y de su carácter popular y extraoficial, que escapaba al control eclesiástico y civil. Durante este periodo, la celebración se mantuvo en secreto por los propios participantes que aprovechaban el anonimato de las máscaras. El ritual central de la fiesta gira en torno a tres figuras principales: los Cucurrumachos, los Quintos y la Vaquilla. Los Cucurrumachos son los personajes más conocidos y representan al mundo de la agricultura, al ciclo vegetal y, simbólicamente, al "mal" o a los espíritus que deben ser ahuyentados. Visten atuendos elaborados artesanalmente, compuestos por un mono de "manta pingueras" (una tela hecha de tiras de lana de colores y restos de telas) o "manta pinguera". Sobre esta prenda llevan un saco o alforja lleno de paja, que arrojan al público durante el desfile. Su cabeza está cubierta por una "carilla", una máscara de madera o plástico actualmente, adornada con crines de caballo, cuernos de vaca o cabra y pieles de animales. Además, llevan cinturones o chalecos forrados de cencerros y zumbas que hacen un ruido ensordecedor al caminar y bailar. Algunos portan horcas, garrotes decorados con cráneos y huesos de animales, especialmente vacunos. Para evitar ser reconocidos, los Cucurrumachos no hablan ni alteran su forma de andar. Los Quintos son los jóvenes que cumplen la mayoría de edad (hoy de 18 años) y que protagonizan el ritual central del día. Su rol es doble: por un lado, representan el ciclo animal y ganadero, specíficamente a la Vaquilla; por otro, su participación simboliza el paso de la juventud a la edad adulta e históricamente, se cree que estaba relacionado con el servicio militar obligatorio que debían realizar los jóvenes. Los Quintos visten un traje específico: chaqueta negra, pañuelo de colores al cuello, sombrero adornado con puros y un espejito, y se pintan la cara con dos coloretes rojos. Las Quintas son sus compañeras, que también participan vestidas con el traje típico de "serrana": enaguas blancas, manteo amarillo con cenefas negras, blusa blanca y mantón. Finalmente, la Vaquilla es un joven Quinto que representa al animal ganadero y al principio de la fertilidad. Es el centro del ritual dramático que se desarrolla en la plaza mayor. Este ritual culmina con la "muerte" y "resurrección" simbólica de la Vaquilla, un momento cargado de simbolismo y emoción que marca el clímax de la fiesta. La combinación de estos elementos - agricultura vs. ganadería, juventud vs. madurez, muerte vs. Renacimiento - configura una compleja narrativa simbólica que conecta el microcosmos de Navalosa con los ciclos universales de la naturaleza y la vida humana.
Atuendos / Rituales
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Los atuendos y los rituales de los Cucurrumachos y los Quintos son mucho más que simples disfraces; son un lenguaje simbólico codificado que expresa la historia, la economía y la cosmovisión de la comunidad de Navalosa. Cada elemento del vestuario y de la ceremonia está cargado de significado, transmitiendo información sobre el pasado agrícola y ganadero del pueblo y sobre la estructura social y religiosa que lo ha conformado. La fiesta funciona como un gigantesco manifiesto cultural, donde la vestimenta y el ritual se convierten en vehículos para preservar y reafirmar la identidad colectiva.
El atuendo del Cucurrumacho es un collage de materiales que habla directamente de la vida rural. La "manta pingueras" o "pinguera" es la prenda fundamental. Se trata de una tela gruesa, a menudo de rayas de colores, tejida con lana y confeccionada con restos de otras telas. Esta prenda, fabricada en los propios telares locales, es un testimonio vivo de una industria textil que fue base de la economía tradicional del lugar. El uso de trapos viejos para rellenar el mono crea jorobas o barrigas que deforman el cuerpo, simbolizando la fertilidad de la tierra y el ciclo de la cosecha, o quizás la carga del trabajo agrícola. Sobre esta tela va el saco o alforja, rellena de paja, un material inseparable de la agricultura que se utiliza para sembrar, proteger las plantas y, en esta ocasión, para lanzarlo al público en un gesto de generosidad y purificación. El sonido omnipresente de los cencerros y zumbas, que llevan en la espalda y las caderas, no es solo decorativo; es un elemento fundamental del ritual. El ruido se interpreta como un instrumento de purificación y como un llamado audible que anuncia la presencia de los espíritus y expulsa los malos augurios.
Las máscaras, o "carillas", son quizás el elemento más icónico y misterioso del atuendo. Hechas de madera o de plástico moderno, están cubiertas con una pelambrera de crines de caballo, cuernos de vacuno u oveja y a menudo pieles de animales. Estos atributos zoomorfos sitúan a los Cucurrumachos en un limbo entre el mundo humano y el animal, asociándolos con los espíritus de la naturaleza y con fuerzas primordiales. El hecho de ocultar completamente el rostro es crucial, ya que impide que los participantes sean reconocidos y les otorga una identidad colectiva y etérea, liberados de las responsabilidades sociales ordinarias durante la fiesta. La ausencia de habla y la alteración de la marcha son prácticas que refuerzan esta idea de transformación y anonimato.
Los rituales que rodean a los Quintos y la Vaquilla añaden una capa de complejidad simbólica adicional. El acto de cortar un chopo del río Alberche el sábado anterior y llevarlo procesionalmente a la plaza el domingo por la mañana es un gesto poderoso. El chopo, un árbol asociado al agua y a la fertilidad, se planta en la plaza para convertirse en el "mayo", un eje alrededor del cual girará el ritual central. Este acto de traer la vitalidad del río al corazón del pueblo es una metáfora de la renovación. El ritual en la plaza se organiza en tres círculos concéntricos que giran en sentidos opuestos, una danza compleja que representa la lucha cósmica entre fuerzas contrarias. El círculo interior está formado por los Quintos y Quintas, que giran en un sentido; el siguiente círculo lo forman las madres y mujeres mayores, que giran en sentido contrario, actuando como un círculo protector. En el centro, la Vaquilla camina en dirección contraria a todos, un gesto que ha sido interpretado como una muestra de valentía o como una conexión con sociedades matriarcales vettonas. El ritual culmina con la simulación de la muerte de la Vaquilla tras dos estampidos, seguida de su resurrección al sonido de los cencerros de los Cucurrumachos, un milagro que asegura la continuidad de la vida y la prosperidad del año. Este ritual es tan antiguo como la propia fiesta y probablemente es la parte más sagrada y menos conocida para los espectadores.
Patrimonio material
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El patrimonio de Navalosa no se limita a sus tradiciones vivas, sino que también se encuentra materializado en su paisaje, sus construcciones rústicas y sus edificios históricos. Estos espacios son el telón de fondo sobre el cual se desenvuelve la vida cotidiana y las grandes fiestas, y son testigos silenciosos de la historia y la cultura del pueblo. La arquitectura y el urbanismo de Navalosa reflejan una profunda adaptación al medio natural de la sierra, caracterizado por la montaña, el río y los recursos agrícolas y ganaderos.
Entre las construcciones más singulares y emblemáticas se encuentran las "Tinadas". Estas son estructuras de planta rectangular o elíptica, construidas con muros de piedra seca y techumbre de cubierta vegetal de piorno. Su diseño es sorprendentemente similar al de las pallozas, las construcciones tradicionales del noroeste peninsular, lo que sugiere una posible herencia cultural compartida o un paralelismo constructivo. Se presume que estas tinadas son una herencia directa de los celtas o vetones, utilizadas como refugios o leproserías en la antigüedad. Hoy en día, alguna
